A Sabina
le gustaba reunirse
con algunos de nosotros,
incipientes poetas,
para hablar de poesía.
Su prestigio personal
como excelente catedrática
era grande.
Sin embargo, lo que la convertía
en alguien singular
a nuestros ojos
era haber sido la compañera
del gran poeta
Blas de Otero.
En mitad de la noche,
nos contó un día,
Blas se despertaba
con la necesidad urgente
de escribir un poema.
Aquellas palabras de Sabina
fueron como una profecía.
Dormido o despierto,
sientes dentro de tu cabeza
el instante del nacimiento,
un instante llamado poesía
y corres
con la urgencia del parto.