domingo, 2 de diciembre de 2012

Una habitación con vistas



“La ventaja de la mala memoria es que se disfruta
varias veces de las mismas cosas por primera vez”.

Friedrich Nietzche

La película está basada
en una novela de E. M. Forster.
No he leído la novela,
o eso creo,
pero sí había visto,
hace tiempo, la película.
Sabía que era una historia de amor
ambientada, en parte, en Florencia.
Del resto, nada recordaba.
Quizá la sensación
de que no me había gustado.
Pudo perecerme lenta.
La hermosa joven inglesa,
con su mata de pelo exuberante,
está demasiado bien educada
en los cánones de la estricta moral
inglesa de principios del siglo XX
como para aceptar el amor
del excéntrico e impulsivo joven
que la corteja
y la besa en la campiña florentina,
sorpresiva y arrebatadoramente.
Ella huye a Inglaterra,
se promete al hombre adecuado,
un buen chico,
culto, un poco petulante,
que no tiene ni idea
de cómo se besa,
ni cómo se ama.
Pero el destino interviene
y les hace cruzarse de nuevo.
Ella se resiste,
miente a todos
sobre sus verdaderos sentimientos.
Se miente a sí misma.
Intenta volver a huir,
esta vez a la lejana Grecia,
del amor.
Está a punto de echarlo
todo a perder.
Pero es inútil
intentar huir del amor.
Los que se han dejado arrastrar por su fuerza,
lo saben.
Y los jóvenes enamorados
acaban en el mismo hotel de Florencia
donde comienza la historia.

Con los ojos turbios,
celebré la suerte
de haber visto de nuevo la película
por primera vez.
Y ahora me doy cuenta también
de que mi mala memoria
me permite, sobre todo,
olvidar los fracasos, las culpas,
las riñas, las ofensas, el dolor,
y disfrutar
del amor original
y de la vida
que se abre por primera vez
a mis ojos
en este mismo instante.