Busco el camino
a través del desierto.
Me gusta pensar
que atravesarlo
es un regalo.
Solo, sin alimentos, sin agua
busco el camino de la verdad,
del amor,
de la comprensión de la vida
y de la aceptación de la muerte.
El miedo me pide que vuelva:
“No vale la pena.
Ve a buscar tu alma
por el mundo”.
La envidia me grita:
“¡Tú no eres capaz!
¡Vuélvete, loco!
La gula me describe
comidas exquisitas.
La vanidad y el orgullo
se ríen de mí.
La ira me lanza órdenes.
La indolencia me anima a no preocuparme.
“Sueña”, me dice la avaricia,
y la lujuria, al fin, me tienta:
“Mira todas las hermosas mujeres
que podrías conseguir”.
¿Lograré atravesar el desierto?
¿Encontraré el camino?
¿Conseguiré vaciarme
para poder llenarme
de algo nuevo?
Desierto,
ojalá que tu luz
ilumine las sombras
de mi corazón.