domingo, 22 de enero de 2012

Prefiero volver a fracasar


Prefiero volver a fracasar,
prefiero no ser feliz,
prefiero estar loco,
no tener memoria,
hundirme en el abismo,
mirarme en un espejo roto.
Prefiero no tener valor,
sentirme estúpido,
miserable,
estar equivocado,
hacerlo todo mal.
Prefiero ser vulgar,
prefiero las complicaciones,
prefiero ir al sicólogo,
prefiero ser abandonado,
no olvidar,
ser un extraño,
dejarme caer en la desesperación.
Prefiero las noches tristes,
las pesadillas, las lágrimas,
las ortigas.
Prefiero que las cosas no tengan sentido,
prefiero no tener razón,
decir inconveniencias,
ser castigado
como un niño que se ha portado mal.
Prefiero la discordia,
la envidia, la humillación,
el menosprecio, el desengaño.
Prefiero ser viejo
y estar enfermo.
Prefiero la cruda realidad.
Lo prefiero
a no haber vivido.

martes, 17 de enero de 2012

Presentación de Canto cotidiano


El próximo viernes 20 de enero tendrá lugar la presentación del libro, Canto cotidiano de Juan Carlos Ortega, publicado por Ediciones Vitruvio. Número 283 de la Colección Baños del Carmen.
Será presentado por el poeta José Elgarresta en el Rincón de don Antonio del Café Comercial, Glorieta de Bilbao, nº 7 a las 19: 30 horas.


http://edicionesvitruvio.blogspot.com/

domingo, 15 de enero de 2012

El ratón de colores


Soy un ratón de biblioteca.
Durante años
he ido acumulando
todos los libros
que han ido cayendo
en mis manos.
No los he leído todos.
Es imposible,
a estas alturas,
soñar con leer algún día
todos los libros que poseo.
Ni siquiera puedo dejar
de atesorar libros
a una velocidad mayor
que mi capacidad de lectura.
Además, me encanta releer
aquellos libros
que me gustaron
especialmente. Siento,
que con la perspectiva de los años,
puedo disfrutar mejor
del placer que contienen.
De todas formas,
todo lo que leo
se me va, poco a poco,
olvidando.
Leer tanto
no me ha hecho tan listo
como un ratón colorado.
A lo sumo, soy
un ratón de colores.

domingo, 8 de enero de 2012

Inmolación


Mi personaje
se inmola por los demás.
Se cree capaz
de ayudarles
a resolver sus problemas.
Quiere salvar a los otros
cuando no es capaz
ni de salvarse
a sí mismo.
Después descubre,
demasiado tarde,
que su inmolación
ha sido, no solo en vano,
también completamente
innecesaria.

¿Para qué habré construido
durante tantos años
un personaje
tan poco virtuoso?
¿Para que me quieran?
¿O para quererme?

Al menos, me queda el consuelo
de haber tomado conciencia
de la verdad
sobre mí mismo.