domingo, 30 de mayo de 2010

Regreso


Sentado en el sofá
con las piernas cruzadas,
la habitación en penumbra
y el teléfono desconectado
para que no me moleste nadie,
emprendo el regreso
a mis dieciséis años.
Sendero abajo,
allá en el fondo de mi mente,
voy encontrando el recuerdo,
ya casi olvidado,
de esa edad difícil
en la que asomaba por primera vez
a la vida.

Vuelvo a la casa de unos padres
que no parecían muy felices
y parecían vivir el matrimonio
como una guerra indigna.
Yo también viví una guerra...
No fue la de mi padre
que perdió a su padre, el republicano,
cuando sólo tenía cinco años.
la mía no fue tan cruel,
pero de todas formas, me hizo
infeliz.
De noche, cuando me despertaban sus broncas,
sentía en el corazón resentimiento
y ganas de morir
y dejarles a ellos solos
amargándose la vida.
Recuerdo intensamente
el placer de la soledad.
Soñaba muchas veces
con estar solo en el mundo...
El viejo sueño de la adolescencia
de vivir en libertad.
Y estaban también
los libros, con sus mundos inventados
que me daban envidia
y me exaltaban a la aventura
y a la rebelión.
El mundo real, indiscutiblemente,
no estaba hecho
para que yo viviera en él.
Si al menos
me hubiera ido bien en el colegio.
pero, ¿qué me importaban a mí
todos esos conocimientos
que los profesores se empeñaban
en hacerme comprender?

Aquel invierno,
yo también me escapé de casa,
también odié a mi padre,
busqué la comprensión
de algún amigo
y grité de rabia.
De aquel rencor de entonces
me queda solo la vergüenza
de no haberlo sabido
hacer mejor.

Espero, con paciencia,
que mi hijo de dieciséis años
comprenda, con el paso de los años,
igual que yo hago ahora,
el profundo amor de su padre,
y se reconcilie con él,
aunque sea leyendo estas palabras
que escribo hoy
para decirle
que yo también lo siento.

4 comentarios:

  1. Hola, Juan Carlos. Te encontré en el blog de Gustavo D´Orazio. Yo soy su amiga poeta, la que presentará, el 3 de julio, el libro, con el hermoso prólogo que él escribió. Me interesaron tus comentarios y por eso ingresé en tu blog. Y ahora me interesa tu poesía, con ese ritmo y ese lenguaje tan naturales, con esa especie de nostalgia permanente. Nostalgia de tiempos mejores, sin miedos, ni culpas, ni incertidumbres. Ese mostrar las pequeñas, cotidianas, secretas inseguridades. Me hace pensar en un yo-lírico que habla poco pero vive hacia adentro intensamente. Me gustó mucho leerte. Me condujiste por la dulzura de tus palabras como por un paisaje otoñal: bello y agónico.
    Saludos desde Argentina.Ana

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  2. Muchísimas gracias Ana, por tus palabras.
    En esta red virtual encuentras de pronto a personas con las que compartes aficiones y con las que sientes misteriosas afinidades.
    Visitaré tu blog y me encantará leerte.
    Suerte con la presentación del 3 julio. Ojalá puediera estar allí.

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  3. Abrir la puerta de la intimidad no es nada fácil, aquilatar la intimidad de otro tampoco, más al leerlo uno se siente reflejado en cada verso.
    Un fuerte abrazo. Bendiciones.

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  4. No es fácil, pero sí necesario, a veces, abrir esa puerta.
    Gracias por leerme, por tu comentario, y aún más por tus bendiciones.
    Una sonrisa.

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