jueves, 29 de diciembre de 2011

Mañana será otro día


A veces no hace falta
sentirse muy feliz.
Basta con sentirse a gusto.
Basta con saber
que mañana será otro día,
seguramente mejor.
Y si no es así,
basta con aceptar
la vida
tal como llega.
Basta con descubrir
que hasta en la tristeza
se puede ser feliz.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Receta para pasar una feliz Navidad


Coge algunos libros:
unos cuentos de Carver,
Chejov, Maupassant o Poe...
alguna novela de Murakami,
Almudena Grandes, Lorenzo Silva,
John Irving, Somerset Maugham...
y alguna obra de teatro de Miller,
Tennessee Williams,
Alonso de Santos, Lorca o,
porqué no, Shakespeare.
No olvides también algo de poesía:
Whitman, José Watanabe,
Ángel González, Gil de Biedma...
Busca una casa de campo con chimenea
y enciéndela con una buena provisión de leña.
Acompáñate de un gato de pelo sedoso
de los que se dejan acariciar durante horas
mientras ronronean.
Añade un sofá muy cómodo.
Ten a mano un buen vino,
que sea, por lo menos, reserva,
aunque lo mejor es un gran reserva.
Combínalo con algo de comer que te guste
y que no haya que cocinar previamente,
como un paté de foie
o un jamón ibérico pata negra.
Mézclalo todo con buena música.
Y sobre todo,
no olvides desconectar la televisión,
el ordenador, y muy especialmente
el teléfono móvil.
Relájate y....
¡¡¡disfruta de una feliz Navidad!!!

viernes, 16 de diciembre de 2011

Belleza triste


Invierno.
Un día frío de lluvia.
Tras las ventanas,
el parque:
cipreses, arces,
chopos, olmos
y árboles del amor,
ya sin hojas,
paseos solitarios,
húmedos bancos
y una fuente
con cuatro surtidores.
Triste belleza
que inunda el alma
y me empuja
delicadamente
hacia la plenitud.

sábado, 3 de diciembre de 2011

El mensaje del vino


Descorcho la botella
y mientras lo sirvo en la copa,
la voz extraña del vino
me trae tu memoria.
Te recuerdo
bebiendo en tu vaso,
saboreándolo sencillamente,
sin mirar su color,
sin movimientos circulares
que hiciesen aflorar sus aromas,
ajeno a sus orígenes,
acompañando sin más
el sabor de la comida.
Te recuerdo
bebiéndolo despacio
como quien roba
un poco de placer a la vida.

Con la copa suspendida en el aire
me concentro un instante
en el mensaje del vino
que trae adherida
la añoranza de mi padre.

jueves, 24 de noviembre de 2011

No digo nada


Suena tu voz
en el contestador automático
pidiéndome
que deje un mensaje
después de oír la señal.
Estoy a punto de decirte
que ya han pasado cinco años,
que me acuerdo mucho de ti
y que hoy, por fin,
he reunido el valor para llamarte.
Y en lugar de eso,
igual que el día
de nuestra despedida,
me quedo callado
y no digo nada.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Renuncio a la certeza


Cuando renuncio a tener razón
me vuelvo humano, es cierto.
Respiro hondo
y mis palabras,
menos firmes,
menos rotundas,
tienen más sentido.
Transito por la duda
como si mi misión en este mundo
fuera asumir el riesgo
de no tener respuesta
a todas las preguntas.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Un instante lamado poesía


A Sabina
le gustaba reunirse
con algunos de nosotros,
incipientes poetas,
para hablar de poesía.
Su prestigio personal
como excelente catedrática
era grande.
Sin embargo, lo que la convertía
en alguien singular
a nuestros ojos
era haber sido la compañera
del gran poeta
Blas de Otero.

En mitad de la noche,
nos contó un día,
Blas se despertaba
con la necesidad urgente
de escribir un poema.
Aquellas palabras de Sabina
fueron como una profecía.

Dormido o despierto,
sientes dentro de tu cabeza
el instante del nacimiento,
un instante llamado poesía
y corres
con la urgencia del parto.

martes, 1 de noviembre de 2011

Red de certidumbres


Así como los héroes
desconocen que están llamados
a serlo
y cuando se enfrentan
a su destino
dudan
antes de aceptarlo,
los poetas desconocen
que están llamados
a ser poetas
y cada palabra que escriben
forma un verso
y cada verso un poema
y cada poema forma
una red de certidumbres
que les atrapa
en los eternos lazos
de la poesía.

martes, 25 de octubre de 2011

El silencio habla


Ven,
siéntate frente a mí
y mírame a los ojos
en silencio,
porque tu silencio
es más elocuente
que tus palabras.
Si sientes dolor
que me hable de él tu silencio.
Si quieres darme las gracias
por lo que recibiste de mí,
hazlo en silencio.
Finalmente,
que sea tu silencio
el que se despida
y retomemos el cauce
de la vida.
Calla.
Deja que el silencio hable.

domingo, 16 de octubre de 2011

Perroflauta


Sé bien que el negro
es el color del dinero
de los sacrificios ajenos,
el que duerme en paraísos
fiscales,
pequeño dios
al que los egoístas,
duros de corazón piden:
sálvame.
Sé bien que el poder
que habita en palacios
bosteza
con su boca de piedra
frente a la muchedumbre
que entona cantos.
Sé bien que escupen
en nuestro sueño,
que insultan a nuestro corazón
intrépido.
El poder contempla impávido
a quienes sollozan
heridos por cifras astronómicas,
sajados, agonizantes.
En el reino de la intriga,
la quimera del oro
envía a sus bestias feroces
a comerse el hígado
del mundo
financiero.

Poeta perroflauta,
no hables más de la locura
que provoca el metal
más venenoso del mundo.
Habla de la ilusión,
del himno que sale
de los pulmones
de los que quieren
cambiar el mundo,
habla de la marcha alegre
de los indignados
que han descubierto su voz
dormida y ahora
salen a la calle.

Despierta,
poeta perroflauta,
y escribe versos
para iluminar la verdad lírica
que está aguardando
a que el viejo sueño
de un mundo más justo
se haga realidad.

sábado, 15 de octubre de 2011

Sustancia poética


El momento absoluto,
el trance
que se busca con tanto esfuerzo,
instante insólito,
intenso.

Estoy hablando
de lo que encierra el poema
de la sustancia poética.
Música verbal,
palabras
que quieren decir algo
bello, tierno, sabio,
original.
El sueño
donde quiere habitar
el poeta.

sábado, 27 de agosto de 2011

Solo


Es solo un instante
profundo.
No duele.
Inexplicable
como la muerte.
Sientes
que estás solo
en el mundo.
Vivo
y solo.
Un instante.
Nada más.

martes, 23 de agosto de 2011

Biblioteca


Mi primer libro
es un libro robado.
Ayer, mientras ordenaba
la biblioteca,
pasó por mis manos
y al abrirlo
una vez más
volví a leer la dedicatoria
que mi madre
escribió hace tanto tiempo:
“A José Luis, con cariño,
para que la lectura de este libro
te haga pasar buenos ratos.
Tu mamá”.
Mi hermano mayor
pasaba alguna enfermedad
que no recuerdo
y ella le regaló,
para distraer su convalecencia,
Los tres mosqueteros
de Alejandro Dumas, padre.
No sé si le gustó
ni si apreció nunca el libro.
Seguramente sí.
Pero yo lo codicié
en cuanto lo leí,
como siempre he codiciado
todos los libros
que han derramado sobre mí
su placer.
Los atesoro en mi biblioteca
y me imagino que esperan
con paciencia de viejo amigo
a que algún día, de nuevo,
los lea.

miércoles, 3 de agosto de 2011

La llamada


Yo quería estudiar,
quería aprender.
Pero en el colegio
no me daban nada
de lo que yo necesitaba.
Podía atisbar
en algunos profesores
un esfuerzo,
un deseo de ayudarme.
Pero al final caían
en su jerga,
atrapados por un sistema
que solo les permitía ocuparse
de mi comportamiento problemático.
Eso era lo fácil.
Lo difícil era ver mi alma,
la poesía que había en mí,
mi deseo de belleza.
Ellos no sabían
o no podían mostrármela.
No hubo ningún mago,
ni tampoco ninguna estrella
que me guiara hacia el norte
de mi destino.
Tuve que explorar a tientas.
Y tardé mucho en descubrir
lo que había venido a hacer aquí,
en este mundo.
El viaje fue duro
y a veces sentí la tentación
de rechazar la llamada
a comprometerme con la vida.
Me hizo falta además
osadía
para querer ser
un buen profesor
y un buen poeta.

miércoles, 13 de julio de 2011

Desaprender


Mi mundo era hermético.
Allí donde otros hablaban
sin miedo,
yo me quedaba callado.
No hay error en el silencio
pero hay frustración
y soledad.
Poco a poco,
muy despacio
y con dolor
me fui otorgando
el derecho a la palabra.
Superé la timidez
y pude, al fin,
ser reconocido
y amado.
Perdóname
si ahora hablo demasiado.

domingo, 3 de julio de 2011

Percepción


Descanso
junto a la ventana
después de un viaje
no demasiado largo.
El tiempo ha refrescado
y un aire
como de sierra
entra en la casa
con alegría.
Siento en la piel
un estremecimiento.
De pronto, me doy cuenta
de que mi vida
se abre misteriosamente.
Todo lo que ha sucedido
hasta hoy,
todo lo que recuerdo,
todas las experiencias,
las dichas y las desdichas,
fluyen.
Percibo que algo ha cambiado,
algo se ha movido
dentro de mí.
Dejo que el aire
que entra por la ventana
me empuje suavemente
a lo que tenga que ocurrir.

jueves, 30 de junio de 2011

Estoy cansado de las cosas


Estoy cansado de las cosas
que pasan
sin darme cuenta,
sin percatarme.
Ocurre una y otra vez:
los mismos patrones de conducta,
las mismas equivocaciones,
las mismas situaciones
que se repiten.
Por ejemplo,
estamos sentados en un restaurante
charlando,
después de haber cenado bien.
Hablamos de cualquier cosa,
da igual,
de su compañera de trabajo
con la que no se entiende,
de su jefe, que no para
de interrumpirla,
de lo que ha comido
o dejado de comer.
En lo fundamental,
como la política,
la educación, la literatura,
o la forma de disfrutar de la vida,
estamos de acuerdo.
Pero, de pronto,
por lo más insignificante,
estalla una discusión.
No tengo ni idea
de por qué estamos discutiendo
realmente.
Seguimos un rato,
acalorándonos.
Al final llega el enfado
y después, el silencio.
¡Mierda!
Estoy cansado de las cosas
que pasan sin saber por qué.

jueves, 23 de junio de 2011

Asunto pendiente


Me he pasado los últimos diecisiete años
intentando ser un buen padre
y duele tanto enojo,
tantos reproches.
Pero tarde o temprano
la vida nos aproximará
y desaparecerá
la insalvable distancia
que hoy nos separa.
El desdén pasará de largo
y serás el orgullo
de tu padre,
y, al fin,
me defenderás
de todos mis fracasos.
Mientras volvemos a encontrarnos,
te mando este mensaje
para que, en el futuro,
puedas estar seguro
de que te seguí queriendo.

jueves, 16 de junio de 2011

El hábito del verso

“A los otros les queda el universo,
a mi penumbra, el hábito del verso”
J .L. Borges


Cuando tenía catorce o quince años
me gustaba salir al campo,
lejos del mundo de los adultos
y de todas las personas que no comprendía
y que no me comprendían a mí.
Me sentaba en algún bosque solitario
o en alguna colina apartada
a contemplar la belleza del paisaje.
Los árboles, las flores,
las nubes del cielo
me acompañaban
y me daban conversación.
Entonces, tranquilo y dichoso,
me sentía llamado por la poesía
y escribía las palabras
que la naturaleza me susurraba.
No entendía a los hombres,
ni lo que esperaban de mí,
pero aprendí a amar la vida,
a sentirme acogido por ella.
También fui adquiriendo
el hábito del verso.

viernes, 10 de junio de 2011

Instrucciones

Coja un billete de diez,
veinte o cincuenta euros.
Escriba en el anverso
unas palabras de amor
y en el reverso
unas palabras de odio.
Gaste el billete,
a ser posible, en algo superfluo.
Experimente el alivio
de haberse desprendido
de algo que odia
y que le condiciona la vida.
Sienta al mismo tiempo,
que acaba de perder
algo importante.

jueves, 2 de junio de 2011

Me manifiesto


Tengo que ir a la plaza de la Puerta del sol
porque allí se está viviendo una revolución.
Así que cojo mi moto
y me voy al centro.
Aparco muy cerca de la plaza
y camino los últimos metros.
Hay policías en los alrededores
pero tienen cara de aburridos
como si allí no estuviera pasando nada.
Entro en la plaza
y me mezclo con la gente,
con los jóvenes descontentos de la política,
preocupados por el futuro que les espera,
con la gente sin trabajo,
y sin esperanza de tener alguno,
con los que no pueden pagar sus hipotecas,
los perdedores de la sociedad capitalista.
Hay gente discutiendo apasionadamente,
o quejándose, despotricando
o soltando un discurso.
También hay asambleas
donde la gente propone ideas
como si realmente quisiera cambiar el mundo.
Me siento y escucho;
¡El sistema está fallando!
¡Está mal! ¡Está muy mal!

Yo también me manifiesto,
y me siento enardecido
y comprometido,
e indignado como ellos.

Después, cuando anochece
y veo que se está haciendo tarde
me vuelvo en moto a mi casa
del acomodado barrio de la Estrella.
Ahora sí,
algún día podré decir a mis nietos:
yo también estuve en aquella revolución.

domingo, 29 de mayo de 2011

Muerte a la Mona Lisa


No había nada por lo que sonreír,
de eso estaba seguro.
Por aquel entonces,
no me iba nada bien:
sentía el rechazo del mundo
y por dentro estaba lleno
de rabia y de odio.

En algún libro de texto,
no recuerdo en cuál,
había una reproducción de la Mona Lisa.
La cara de aquella mujer
tenía un aspecto muy tranquilo.
Parecía la bondad personificada.
Yo la miraba como hipnotizado.
Entonces, cogí un bolígrafo
y comencé a pintar sobre el retrato
para sacar toda mi furia.
Cuando terminé,
la dejé como si le hubiera dado
una auténtica paliza.
Ella, por supuesto,
había perdido su sonrisa.

sábado, 7 de mayo de 2011

Son mis sueños

Como si fuera un sueño
quiero imaginarte un niño aún,
lleno de amor por su padre,
feliz
por el simple hecho de estar junto a él,
que le pide que le lea un cuento
antes de dormir
o que juegue una partida de ajedrez
e intente ganarle con ahínco
aunque sepa que aún
no puede conseguirlo.
Quiero imaginarte abrazándome,
paseando conmigo de la mano
o riéndote desnudo en el baño
sin ningún pudor
mientras te enjabono.
Quiero imaginarte
en cualquiera de aquellos momentos tiernos
de la infancia
y darte las gracias por tu amor
y por entregarme
toda aquella confianza,
aunque ahora
ya no quieras dármela.

domingo, 24 de abril de 2011

No soy Séneca


Séneca había sobrevivido
milagrosamente hasta la vejez
a todas las conjuras
e intrigas de los césares,
sus mujeres y familiares,
senadores, cónsules y pretores
y a toda la máquina del poder imperial
que aplastaba inmisericorde
a quien caía ante ella.
Pero finalmente
es condenado a muerte
y ni siquiera puede hacer testamento
porque todos los bienes de alguien
que es acusado de traición
son confiscados.
Se le permite, sin embargo,
darse muerte a sí mismo
cortándose las venas en una bañera
de agua caliente
o envenenado con cicuta.
Es hora de poner en práctica
por última vez
el estoicismo que ha predicado
a lo largo de su vida
y en sus obras.
Sin toga, ni brazaletes de oro,
desnudo,
con los cabellos blancos en desorden,
entra en el agua, triste,
lamentando, no su desgracia,
sino la de su esposa
y todos los familiares
que caerán con él.
El cuchillo abre sus viejas venas
y el agua comienza a teñirse de rojo.
Por su mente
pasan escenas de verano
al sur de Italia, en Alejandría
o en su amada Hispania.
Orgulloso, como un héroe,
espera a la inquietante muerte
que aún tarda en presentarse.
Por fin,
se duerme profundamente
y muere.

No soy Séneca
ni jamás alcanzaré su gloria
eterna.
Cuando llegue el momento,
tendré que morir
a mi manera.
Espero, al menos,
tener el mismo aplomo.

viernes, 15 de abril de 2011

Divorcio


Teníamos entonces treinta y tres años,
la edad de Cristo, dicen,
y no es que quiera compararme,
Dios me libre,
pero nosotros también sufrimos
nuestro calvario.
El mundo, después de aquello,
tuvo un antes y un después.

Aunque tengo tendencia a olvidarlo,
ahora me doy cuenta
de todo el daño que te hice
y que nos hicimos.
Espero que recordarlo no vuelva
a hacerte daño
porque son muchos años ya
intentando superarlo.
El tiempo no parece ayudar mucho.
Callándonos tampoco vamos a lograrlo.
Yo creo que no hice bien el duelo
por aquel fracaso.
Me fui para intentar ser feliz.
Ya no lo era
y no pude quedarme más.
Lo siento mucho…
Pero quiero que sepas que lo fui.
Fui feliz a tu lado.
Me diste mucho y lo agradezco.
Y nuestro amor de entonces
produjo también un milagro:
dos hijos que te honran
queriéndote
y pareciéndose a ti.
Has sido y sigues siendo
una buena madre.
Lo sé. Y también por eso
te doy las gracias.

La vida empuja y continúa,
no hay más remedio,
y ahora soy feliz.
Ojalá que tú también lo seas.
Te guardo un buen lugar
en mi corazón.
Y recuerda, que en nuestros hijos,
seguimos para siempre
unidos.

martes, 12 de abril de 2011

Guerra Civil

Cuando murió mi padre
quise saber algo más de mi abuelo,
el republicano, que luchó en la Guerra Civil.
Murió junto a un granado
por no ponerse a cubierto.
O sea, que en realidad, murió de hambre.
Mi padre no hablaba de él
quizás porque lo conoció muy poco
o porque era demasiado grande su dolor.
De lo que sí hablaba era del hambre
que les hacia pasar el segundo marido de su madre.

Llegaba tarde de la taberna
pero había que esperarle
para poder comer algo
porque tenía la alacena cerrada con llave.
Mi padre lo odiaba.
Es probable que también guardara rencor
a su padre por haberse ido a la guerra
y haberse dejado matar.

En cambio, cuando descubrí
que mi abuelo se había alistado voluntario
el mismo día que estalló el conflicto
para defender Madrid y la República
se convirtió para mí en un héroe.

Murió casi al final de la guerra
comiéndose una granada,
alcanzado por algún francotirador.
Así se libró de la derrota
y seguramente de la feroz represión.
No sé si mereció la pena
tanto dolor y sacrificio,
pero yo me siento orgulloso de él
y, probablemente, él se sentiría orgulloso de mí.

miércoles, 6 de abril de 2011

Día de campo


Alguna vez recordaré
este día de invierno,
bello y tranquilo,
en esta casa de campo,
y me vendrán a la memoria
la imagen del amanecer
entrando por la ventana,
el sonido de las esquilas de las ovejas
y el canto del gallo
que no te despertaba,
la sensación agradable
de la lluvia fina en la cara
al salir de la casa,
el placer infantil de pisar los charcos
con las botas de agua,
el latido desbocado
del corazón de los corderos
que había que destetar,
el sabor intenso del queso curado
o simplemente tú y yo
leyendo en el sofá frente a la chimenea.
Alguna vez recordaré,
este día tranquilo y bello,
y me bastará con llevarme
ese feliz recuerdo.

viernes, 1 de abril de 2011

Almáciga

He pasado toda la tarde en el huerto,
solo.
Es primavera
y el día ha sido soleado y agradable.
Todas las hortalizas están creciendo
muy rápidamente:
ajetes, cebollas, acelgas, lombardas,
rábanos, habas…
Pero lo que más me gusta ver crecer
son las escarolas.
Creo que esta tarde
he decidido ir al huerto
solo para saludarlas
y mimarlas un poco.
He quitado las malas hierbas
que crecían a su alrededor
y las he regado delicadamente.

Este invierno,
cuando tuve que permanecer
encerrado en casa
durante muchos días
por culpa del accidente,
planté semillas de escarola.
Cuando germinaron
y crecieron un poco
las separé una a una
y las planté en una almáciga.
Me entretuve durante horas y horas,
pacientemente,
colocando cada una en su casillero.
Permanecieron un par de meses
en la almáciga,
hasta que ya no cabían.
Cuando lo peor del invierno
ya había pasado
las llevé al huerto
y las transplanté.

Me he pasado toda la tarde
con el espinazo doblado
y ahora me duele un poco la espalda.
Por un momento he pensado
que tanto trabajo era una tontería.
Puedo comprar tantas verduras como quiera
en el mercado.
Y sin embargo,
con qué ilusión he visto crecer
mis escarolas.
Me doy cuenta
de lo feliz que me hace
algo tan sencillo.
Y pienso que ya va siendo hora
de volver a llenar de plantitas
la almáciga.

sábado, 12 de marzo de 2011

El unicornio


A veces sueño con el unicornio.
Sueño que quiero visitarlo
y que no encuentro el camino.
Sueño que me ha dejado pistas.
Al principio camino sin rumbo
como si ni siquiera supiera
lo que estoy buscando.
Al encontrar la primera
me siento súbitamente alegre.
¡El unicornio existe!
Busco una nueva pista.
Sé que puede estar en cualquier parte:
en los árboles delicados
que encierran un corazón,
en el cielo lleno de nubes gesticulantes,
entre las piedras limpias
que arrastró el río,
en una flor morada
que brota entre la nieve,
en el vuelo de un insecto
que no hace ni un leve sonido.
El mundo está lleno de pistas,
de instrucciones para encontrarlo.
Pero el unicornio no aparece.

Despierto en el silencio de la noche.
Salto de la cama.
Quiero escribir un poema.
Está gestándose en mi interior,
creciendo mágico y misterioso.
Cuando llega,
cuando encuentro las palabras
que justamente quería escribir
y logro acabarlo,
me siento alegre.
¡El unicornio existe!

sábado, 5 de marzo de 2011

El recital

Salgo con el disfraz de persona segura
que me puse hace muchos años
y que me sienta tan bien.
Creo que lo usé por primera vez
a los veintiún años.
Entones descubrí que llevándolo puesto
todos, y especialmente las mujeres,
me trataban mejor.
Nadie puede ver así
mi timidez.
Nadie se da cuenta
de que soy vulnerable.
El disfraz es tan bueno
que ni siquiera yo mismo
me doy cuenta de mis nervios,
de que tengo miedo.

Salgo al escenario
y recito con tranquilidad,
con naturalidad,
haciendo pausas
donde corresponden.
En ellas, puedo mirar al público
a los ojos, fijos en mí,
y notar su sorpresa
porque mis poemas
confesionales
parecen desnudarme ante ellos.
Ahí está toda la verdad sobre mí,
sin pudor.
Mi cuerpo desnudo
no miente.
Pero en mi fantasía,
yo me siento bien vestido,
seguro y querido.

martes, 1 de marzo de 2011

De la poesía


Domingo temprano
en la casa de campo de César.
Desde la cama
escucho los pájaros madrugadores,
como yo.
Con su piar incesante
rompen el silencio
de la mañana.
Intento volver a dormir
pero su festejo
invita a volar,
a salir fuera de la casa.
Escucho también al cachorro
que encontramos ayer
perdido o abandonado
en la carretera.
Está en la entrada,
deseando que alguien
salga por fin
a jugar con él.
Y ahora...
¿dormir, volar, jugar...
o seguir el impulso
de la poesía?

martes, 22 de febrero de 2011

Tu cuerpo

“Mi ojo tiene sus razones”
José Watanabe

Me confiesas
que no te gusta tu cuerpo.
Cuando te miras en el espejo,
desnuda,
te ves hinchada.
Tu vientre marcado,
tus piernas, tus pechos
ya no son los de antes.
Examinas tu cuerpo
y te sientes fea.

No sabía que te juzgabas
tan duramente.
Y no voy a tratar de convencerte.
Tú tienes tus razones.
Solo quiero que sepas
que a mí sí me gusta tu cuerpo.
Me parece muy hermoso.
Es un cuerpo digno de amor.
Mi ojo también
tiene sus razones.

sábado, 12 de febrero de 2011

Repeticiones

Respiras.
El aire entra y sale
a través de tu nariz.
Tus ojos y tu boca
están cerrados.
Respiras.
El aire entra y sale.
Tu pecho se mueve lentamente,
arriba y abajo.
Tu corazón también
se estará moviendo
y tu sangre
que lleva el oxígeno
a cada célula de tu cuerpo.
Respiras.
El aire entra y sale
rítmicamente,
sin apenas variaciones.
Respiras,
simplemente,
tranquilamente,
con tu propio sonido.
Respiras.
El aire entra y sale
delicadamente.
Tu aliento
murmura sin palabras,
tibio, caliente.
Respiras
suavemente.
El aire entrando y saliendo
por tu nariz,
como un diapasón.
Respiras,
tan dormida,
tan suave,
tan delicada.

domingo, 6 de febrero de 2011

Yo, sobre los poemas


Apenas puedo recordarme,
apenas puedo reconocerme
en aquel joven
que comenzaba la universidad.
Aún debía ser muy tímido e inseguro
aún debía estar intentando
afirmarme en la vida,
arrancarme el miedo
y demostrar una capacidad
que estaba muy lejos de poseer.
La vida aún no era un regalo
y yo tenía que encontrar mi puesto.
Aún tenía tanto que aprender…

Apenas puedo recordarme,
apenas puedo reconocerme
en aquel joven
que llevaba en su carpeta
algunos poemas, quién sabe sobre qué,
que tuvo la osadía
de colgarlos en las paredes
de los pasillos de la facultad.
Hoy, mucho menos tímido,
mucho más seguro de mí mismo,
no me sentiría capaz.
Mis compañeros de aula
quizá me miraron y me sonrieron
y quizá comentaran a escondidas
lo malos que eran mis poemas.

Apenas puedo recordarme,
apenas puedo reconocerme…
Yo, tan inseguro,
yo, tan torpe,
yo, con tantos defectos,
yo, bajo las nubes,
yo, sobre los poemas.

miércoles, 26 de enero de 2011

Canto cotidiano

Al despertar
abro los ojos y veo
las primeras luces del día.
A veces,
recuerdo los sueños de la noche.
Siento el calor femenino a mi lado,
aspiro su olor dulce y familiar,
en mi pecho noto el corazón
palpitante cuando beso tiernamente.
Respiro
y mis pulmones se llenan de oxígeno.
Me desperezo
y todos mis músculos funcionan.
Mis piernas
me conducen hasta el cuarto de baño.
El agua suave
me refresca la cara.
La leche del desayuno
está deliciosamente dulce.
Y cuando abro la puerta
el mundo está ahí,
ahí está el sol
y la ciudad,
un poco loca,
pero llena de gente
y de vida.
Entonces me doy cuenta:
mi vida cotidiana
es un regalo excitante.

sábado, 1 de enero de 2011

Buen viaje

Uno de enero de dos mil once.
Lo primero que hago al despertar
es besarla y estrecharla
contra mi pecho. Después,
mientras ella sigue durmiendo plácidamente,
pienso en el viaje
que vamos a emprender juntos.
Nos vamos a Turquía.
Vamos a viajar hacia el pasado,
a visitar los restos de antiguas civilizaciones,
a admirar lo que ha quedado
de su antiguo esplendor.
Me siento ilusionado y expectante.

Al mismo tiempo,
vamos a viajar hacia el futuro.
Tengo la sensación
de estar a punto de empezar
una nueva vida.
Nos hemos elegido
para vivirla juntos.
Vamos a esforzarnos
para disfrutarla
enriqueciéndonos mutuamente.
Estamos ilusionados y expectantes.

Todos nuestros amigos
y familiares
nos han deseado
buen viaje.