viernes, 29 de marzo de 2013

La pluma


Me gusta que salgan palabras de mí.
Es una sensación hormigueante.
Sé que yo no soy su dueña.
Aparecen en turba,
se ponen a hacer ruido
y tengo que dejarlas salir
de inmediato.
No es que yo sea una mística.
Simplemente pienso
que un espíritu me posee.
¡Le entran unos arrebatos!
Entonces, las palabras
empiezan a brotar de mí.
Y eso es un don.
A veces, es un parto difícil.
Hay que animar a las palabras
a escalar a las alturas del papel
con esfuerzo y disciplina.
Con todo, yo estoy encantada.
Escribir es un arte,
y yo me siento orgullosa.