jueves, 30 de junio de 2011

Estoy cansado de las cosas


Estoy cansado de las cosas
que pasan
sin darme cuenta,
sin percatarme.
Ocurre una y otra vez:
los mismos patrones de conducta,
las mismas equivocaciones,
las mismas situaciones
que se repiten.
Por ejemplo,
estamos sentados en un restaurante
charlando,
después de haber cenado bien.
Hablamos de cualquier cosa,
da igual,
de su compañera de trabajo
con la que no se entiende,
de su jefe, que no para
de interrumpirla,
de lo que ha comido
o dejado de comer.
En lo fundamental,
como la política,
la educación, la literatura,
o la forma de disfrutar de la vida,
estamos de acuerdo.
Pero, de pronto,
por lo más insignificante,
estalla una discusión.
No tengo ni idea
de por qué estamos discutiendo
realmente.
Seguimos un rato,
acalorándonos.
Al final llega el enfado
y después, el silencio.
¡Mierda!
Estoy cansado de las cosas
que pasan sin saber por qué.

jueves, 23 de junio de 2011

Asunto pendiente


Me he pasado los últimos diecisiete años
intentando ser un buen padre
y duele tanto enojo,
tantos reproches.
Pero tarde o temprano
la vida nos aproximará
y desaparecerá
la insalvable distancia
que hoy nos separa.
El desdén pasará de largo
y serás el orgullo
de tu padre,
y, al fin,
me defenderás
de todos mis fracasos.
Mientras volvemos a encontrarnos,
te mando este mensaje
para que, en el futuro,
puedas estar seguro
de que te seguí queriendo.

jueves, 16 de junio de 2011

El hábito del verso

“A los otros les queda el universo,
a mi penumbra, el hábito del verso”
J .L. Borges


Cuando tenía catorce o quince años
me gustaba salir al campo,
lejos del mundo de los adultos
y de todas las personas que no comprendía
y que no me comprendían a mí.
Me sentaba en algún bosque solitario
o en alguna colina apartada
a contemplar la belleza del paisaje.
Los árboles, las flores,
las nubes del cielo
me acompañaban
y me daban conversación.
Entonces, tranquilo y dichoso,
me sentía llamado por la poesía
y escribía las palabras
que la naturaleza me susurraba.
No entendía a los hombres,
ni lo que esperaban de mí,
pero aprendí a amar la vida,
a sentirme acogido por ella.
También fui adquiriendo
el hábito del verso.

viernes, 10 de junio de 2011

Instrucciones

Coja un billete de diez,
veinte o cincuenta euros.
Escriba en el anverso
unas palabras de amor
y en el reverso
unas palabras de odio.
Gaste el billete,
a ser posible, en algo superfluo.
Experimente el alivio
de haberse desprendido
de algo que odia
y que le condiciona la vida.
Sienta al mismo tiempo,
que acaba de perder
algo importante.

jueves, 2 de junio de 2011

Me manifiesto


Tengo que ir a la plaza de la Puerta del sol
porque allí se está viviendo una revolución.
Así que cojo mi moto
y me voy al centro.
Aparco muy cerca de la plaza
y camino los últimos metros.
Hay policías en los alrededores
pero tienen cara de aburridos
como si allí no estuviera pasando nada.
Entro en la plaza
y me mezclo con la gente,
con los jóvenes descontentos de la política,
preocupados por el futuro que les espera,
con la gente sin trabajo,
y sin esperanza de tener alguno,
con los que no pueden pagar sus hipotecas,
los perdedores de la sociedad capitalista.
Hay gente discutiendo apasionadamente,
o quejándose, despotricando
o soltando un discurso.
También hay asambleas
donde la gente propone ideas
como si realmente quisiera cambiar el mundo.
Me siento y escucho;
¡El sistema está fallando!
¡Está mal! ¡Está muy mal!

Yo también me manifiesto,
y me siento enardecido
y comprometido,
e indignado como ellos.

Después, cuando anochece
y veo que se está haciendo tarde
me vuelvo en moto a mi casa
del acomodado barrio de la Estrella.
Ahora sí,
algún día podré decir a mis nietos:
yo también estuve en aquella revolución.