Pregunto a la luna

Pregunto a la luna
que con su hermoso resplandor
presta su servicio desde hace tantos siglos
a todos los seres humanos
a cambio de nada,
si no podría iluminarme
con un poquito de su sabiduría
para que cuando salga el sol de mi obstinación
distinga correctamente el camino
que me permita seguir aprendiendo
de mis errores cotidianos.
Pero está amaneciendo
y la luna comienza a desvanecerse
despreocupadamente.

Siento envolviéndome a tiempo
un destello de amor.

Con los años

Con los años encuentras el gusto
por la serenidad
y la paz del espíritu.
Es difícil porque siempre estamos
expuestos a las exigencias vitales
y a las dificultades que surgen.
Pero con los años
nos dejamos descansar
algo obligados por el temor
a un simple resbalón
y comenzamos a vivir más lentamente
concentrándonos en cada paso
y esa experiencia es agradable
precisamente porque te sientes a ti mismo
en la plenitud de un instante
que no va a volver nunca.
Y ya no necesitas ir corriendo
a ninguna parte.

Elogio de la madurez

Estoy preparado para saborear
el dulce fruto de la madurez.
Me he resistido durante largo tiempo
y no es sencillo de entender
que quiera envejecer voluntariamente.
Los años son pesados de llevar
pero es cuestión de ponerle al tiempo
buena cara y darse cuenta
de que ha llegado la hora
de celebrar con dignidad la madurez,
de disfrutar de la paz que ofrece,
del dulce estar
sin preocuparse como antes
de las cosas que siguen ocurriendo.

Y seguir teniendo confianza en la vida
y disfrutar de los buenos ratos
mientras el cuerpo aguante.