lunes, 28 de junio de 2010

Un sendero nuevo a la cascada


En estos días
estoy poniendo en orden mi vida
como si me preparara para la muerte,
igual que hizo Raymond Carver
después de que el médico le dijo
que lo tenía mal mal de verdad.
Afortunadamente yo no estoy enfermo
ni tengo ninguna intención de morir
por ahora.
Espero tardar algún tiempo en encontrar
el sendero nuevo a la cascada.
Y sin embargo,
estoy poniendo en orden mi vida
y lo hago, igual que Carver
a través de la poesía.
Regreso a todos aquellos lugares
por los que anduve algún día
con paso incierto
o claramente torpe
y trato de poner las cosas en su sitio,
donde siempre debieron estar.
Aunque siga teniendo el tiempo a mi favor
y no haya llegado aún la hora
de ponerme en camino,
quiero empezar desde hoy
a pedir perdón por mis errores
y dar las gracias por las dádivas recibidas.

Y tú, amor mío,
abrázame con fuerza
y bésame en la boca
con todo tu amor,
como si fuera un beso de despedida,
que yo también quiero sentirme
amado sobre la tierra.

jueves, 24 de junio de 2010

Los restos de mi abuelo


Ahora hay mucha gente
tratando de recuperar
los restos de un abuelo
desaparecido durante la guerra
o paseado, o fusilado tras ella,
abandonado en alguna cuneta
o enterrado en una fosa común.
Hay mucha gente intentando
dignificar su memoria.

Mi abuelo murió en Levante,
luchando desesperadamente,
pues la derrota de la República
se les venía encima.
No hacía mucho que había ascendido a sargento,
así que imagino que sus propios
compañeros de armas
debieron enterrarlo
en algún lugar respetable.
Ni sus hijos, ni su mujer
ni nadie de su familia
supo nunca dónde.
Después vinieron tiempos duros
para los perdedores,
tan duros
que los vivos tuvieron que borrar
la memoria de los muertos
para sobrevivir.

Lo único que se conservó de mi abuelo
fue un pequeño y destartalado
arcón de madera
que mi padre utilizaba
como caja de herramientas.
Cuando mi padre murió,
vino a mis manos.

No tiene muy buena pinta
así que ha ido a parar al trastero.
Me siento un poco culpable
por tenerlo ahí
y no darle un lugar más digno.
Por eso he pensado
que quizá estaría bien
dignificar
los restos de mi abuelo,
al menos,
en este poema.

miércoles, 23 de junio de 2010

Presencia


Si cruzas esa puerta
hazte cuenta de que ya no tienes padre.
Esas fueron exactamente tus palabras.
Debiste arrepentirte inmediatamente
de haberlas pronunciado.
Pero ya era demasiado tarde.
Tu intento, supongo que desesperado,
de que acatara tu autoridad
no sólo no consiguió su propósito
sino que me hizo sentirme
más fuerte que tú.

Aún recuerdo
tu rostro terriblemente serio
y tu silencio
cuando volví a casa al día siguiente
después de haber pasado la noche
más larga de mi vida en la calle.

Pasó el tiempo
y lo olvidamos.
Fuiste un buen padre
y yo no fui un mal hijo.
Aquello fue sólo la crisis
de mis dieciséis años.
Pero hoy soy yo
el que tiene un hijo adolescente
en rebeldía
y por fin comprendo tus errores
y tus aciertos,
y todos tus sacrificios.

Te pido perdón
por las horas de insomnio
y te doy el abrazo
que no te di entonces
aunque ahora ya sólo
pueda abrazar tu presencia.

sábado, 19 de junio de 2010

Vida secreta


Yo era un chico solitario.
Llegué a cogerle el gusto
a estar solo.
Pero no siempre fue así.
Los demás
debían verme
como un chico triste
y raro.
Las chicas ni se me acercaban.
Yo cuidaba de mi reputación
haciendo cosas extravagantes
como salir corriendo
literalmente
en cuanto acababan las clases.
Corría lo más rápido que podía
hasta llegar a mi casa
aunque no había nada
especial esperándome
salvo las cuatro paredes de mi habitación.

Una vez, una chica de la clase
se fijó en mí
y mandó a un compañero
para decirme que yo le gustaba.
No sé qué pudo atraerle,
pero después de dar el primer paso
supongo que ella esperaba de mí
algún tipo de iniciativa.
Hubiera querido decirle
que a mí también me gustaba
pero fui incapaz.
Intenté acercarme varias veces
pero siempre me quedaba
paralizado por el miedo.
¡Qué imbécil!

Por aquel entonces
yo cultivaba la imagen
de una vida misteriosa y secreta.
No me quedaba más remedio.

martes, 15 de junio de 2010

Fotografía


Fotografía

Puedo ver a mis padres
muy jóvenes,
paseando tranquilamente por la calle,
tomados del brazo,
vestidos de domingo,
guapos, sonrientes,
haciendo muy buena pareja.
El amor que emanan sus rostros
y sus cuerpos se conserva intacto
en la fotografía. Yo no los recuerdo
amándose tanto.
Aunque quién sabe
cuánto amor había debajo
de su rencor cotidiano.
¿Y quién soy yo para juzgarlo?
Yo sólo soy su hijo,
el pequeño, el que no entendía
qué les pasaba,
ni tampoco ahora quiere entenderlo.
Prefiero mirar la fotografía
y verlos paseando tranquilamente,
despacio, tomados del brazo,
felices y enamorados.

lunes, 14 de junio de 2010

Perdón


El tiempo todo lo cura
y todo lo borra, dicen,
pero no es cierto,
porque han pasado casi veinticinco años
y no me siento curado
ni mucho menos te he olvidado.
Todavía las calles
que fueron entonces tu barrio
me traen siempre el recuerdo,
al pasar por ellas,
de aquellos días en que nos quisimos.
Como si no hubiese pasado el tiempo
me veo esperándote en la misma esquina
y veo venir, igual de hermosos y felices,
tus quince años hacia mí.
Pero el barrio ha cambiado mucho
y me pregunto si el tiempo
habrá hecho lo mismo contigo.
No creas que me importa
que hayas perdido la belleza con los años,
sino que más bien temo
que si nos cruzáramos ahora,
y no sabes cuántas veces lo he deseado,
no pudiéramos reconocernos.
Temo también algo más hondo,
que acaso me guardaras aún rencor,
que a ti tampoco el tiempo
te hubiese curado del todo,
ni mucho menos hubieses olvidado
que fui yo el que te abandonó.
Yo no lo he olvidado.
Pero aún confío, cuando paso por tu barrio,
en encontrarte algún día casualmente,
alegrarme con lo bien que te haya ido la vida
y pedirte que me mires con buenos ojos
porque a mi también me ha ido muy bien.
Quiero que sepas,
perdón por el retraso,
que fuiste la primera mujer de mi vida,
y que siempre tendrás
un lugar en mi corazón.

miércoles, 9 de junio de 2010

Pesadillas


Después de un día feliz
caemos rendidos.
Yo aún tenía ganas de continuar la fiesta:
salir a bailar, ir a un concierto,
tomar una copa.
Si quieres te dejo en la puerta
del Búho Real, me dices
medio en broma, medio en serio.
Y qué iba a hacer yo sin ti, tonta.
Así que nos vamos a casa
y nos metemos directamente en la cama.
Como siempre, yo digo
no tengo ni pizca de sueño
y acto seguido me quedo dormido.

Una noche más
entro en una de esas pesadillas
de las que sólo me saca la angustia.
Siempre distintas situaciones
pero siempre la misma angustia:
desesperadamente, intento conseguir
algo imposible.

Cuando despierto siento alivio.
Pienso que debo estar expiando mis culpas
con esos sueños horribles.
Te abrazo, como si pudieras protegerme,
como si nuestro maravilloso amor
sirviera para escapar de la pesadilla
que me espera con los brazos abiertos.
En cuanto que me vuelva a dormir
entraré en un escenario simbólico
para intentar cumplir instrucciones imposibles.
Quizá pague con las torturas nocturnas
una vida feliz
que no termino de creer merecer.

martes, 8 de junio de 2010

Poema de la última noche


Desvelado,
leo Poemas
de la última noche de la tierra,
de Charles Bukowski.

No podía dormirme
y ella estaba cansada.
Imagina, le dije
que es tu última noche,
que si te duermes
ya no despertarás más.
A ella le molestó la idea
o simplemente estaba cansada
y le molestó que no la dejara
dormir en paz.
Así que me callé
y ella se pudo dormir
y yo también conseguí dormirme.
Pero no encontré descanso
ni siquiera en el sueño.

Soñé algo triste
y me desperté enseguida
con la sensación de estar desperdiciando
mi última noche sobre la tierra.

Quizá sea mañana mi última noche.
Quién puede saberlo.
Tarde o temprano
tiene que llegar lo ineludible.
Seguramente mañana será un día más,
como el día de ayer
y ésta no será
mi última noche sobre la tierra.

Pero por si acaso
voy a hacer algo
que me gusta mucho,
leer a Bukowski,
después de terminar de escribir
este poema.

lunes, 7 de junio de 2010

Insomnio


Después de la discusión de anoche
no he podido dormir.
Los números del reloj digital
iban cambiando mecánicamente
en sucesión lenta y monótona.
Intentando relajarme,
me imaginé en una playa,
tumbado en la arena tibia
bajo el sol.
Tu cuerpo, tendido a mi lado,
era el sol que calentaba,
tu respiración, el rumor de las olas.
Me imaginé después sumergido en el agua,
flotando entre peces y algas.
Me rodeaba un vasto azul,
casi infinito,
y la luz verdosa
que llegaba desde arriba,
filtrándose hasta mi alma.
Sentí la paz eterna del mar.
Despacio, muy despacio,
algo se fue desprendiendo de mí.
Lo sentí hundirse lentamente
hasta el fondo abisal.
Mi cuerpo, ya más ligero,
ascendió hacia la atmósfera diáfana.
Volví a la playa,
donde aún estabas tú,
esperándome dulce y tranquila.
Y, al fin, el sueño
llegando,
y el amor
cerrándome los ojos.

domingo, 6 de junio de 2010

La fiesta


Ayer bebí mucha cerveza.
Horas y horas bebiendo cerveza.
La gente también fumaba marihuana.
Pero yo sólo bebí cerveza.
Horas y horas.

Un montón de gente risueña
en una vieja fábrica destartalada
reconvertida en centro social.
Música. Risas.
Una pareja bailando
maravillosamente.
Dos o tres montados en bicicleta,
dando vueltas
en medio de la nave.
Cervezas y cervezas y cervezas.
El humo de la marihuana
flotando en el ambiente.

No he tenido hijos,
me decía la norteamericana.
Me he dedicado a viajar
en bicicleta por el mundo.
Pero siempre vuelvo a Colorado.
Algo me ata allí.
Entre viaje y viaje
vendo productos ecológicos
cultivados por mí misma.
En el último año
he viajado en bicicleta
desde China a Madrid.
Libertad. Aventura.
La tierra seduciéndome el espíritu…
No he tenido hijos, decía,
y sé que me he perdido
algo importante de la vida.
Pero hay que elegir.
Perder. Ganar.
El destino.
La vida…

Le di otro trago a mi cerveza
mientras pensaba
en todo lo importante de la vida
que yo también me había perdido.
Y ni siquiera tenía la sensación
de haber sido yo el que elegía.

Música,
la gente riéndose
o bailando o dando vueltas.
Todo el mundo parecía divertirse.
Cervezas y cervezas y cervezas.
El humo de la marihuana
flotando en el ambiente.

viernes, 4 de junio de 2010

Recuerdos


Tú, amor mío,
no eres el pasado.
Eres el futuro
y sobre todo el presente.
Apenas tengo que asomarme a la vida
para encontrar que estás aquí,
a mi lado,
amaneciéndome
como un día luminoso de abril.
Apenas dos años, o dos días
dura nuestra historia.
Parece tan poco…
pero es tanto…
Son tantos los recuerdos ya,
y todos tan necesarios:
la sierra de Aracena y tú
aquel día de excursión,
las noches en el bar
de aquel pueblo de montaña,
bailando y riéndonos
hasta la madrugada,
el dulce despertar por vez primera
a tu lado, el placer de vivir
inundándonos el alma…
Y después tantos hermosos recuerdos
compartidos, tantas experiencias
juntos. La vida familiar
también y el deseo
de seguir siempre juntos,
caminando al paso,
como aquellos días de montaña
en la sierra de Aracena.

miércoles, 2 de junio de 2010

A mi yo adolescente


Al despertar una mañana
tú también te habías convertido
en un monstruoso insecto.
La vida es esa extraña ficción.
Es como si cada día
fueras a la biblioteca
y te prestaran el libro
de tu propia existencia.
Un día eres un extranjero en el mundo,
otro, un lobo estepario
y algún otro sientes la nausea de estar vivo.
Sigue leyendo esa clase de libros.
Está bien. A tu edad
es normal sentirse un bicho raro.
¿El arte de amar?
¿El miedo a la libertad?...
Sí, lee también libros como esos.
Puede que te ayuden un poco en tu búsqueda.
Pero quiero decirte algo:
en los libros no encontrarás
el sentido de la existencia.
Y un consejo más,
un poco tarde, lo sé,
pero aún así, es bueno
que lo escuches:
ten siempre fe en ti.
Algún día serás poeta.

martes, 1 de junio de 2010

Malos modos


Estamos enfadados.
Algo nos ha puesto de mal humor
pero no sé muy bien qué.
Desde luego, puedo repasar mentalmente
cada una de las cosas
que hemos dicho y hecho
en la última hora.
A ella le ha sentado mal
algo que he dicho
y a mí algo que ella ha hecho.
Después ha habido malos modos,
tono duro y cortante como un cuchillo
y, finalmente, un silencio metálico.
A ella no le apetecía discutir
y, por supuesto, tiene razón.
Mejor no discutir.
Al menos, no ahora.
Más tarde,
seguro que nos damos cuenta
de la suerte que tenemos,
recordamos que hay miles de cosas
que agradecernos el uno al otro,
también que agradecer a la vida,
y que es realmente estúpido
estar enfadados.
Seguro que un poco más tarde
recordamos cuánto nos amamos.

Anochece.
El cielo se ha teñido
de tonos violetas.
Ella está al otro lado de la casa,
sola.
Me pregunto
cómo acabará el día.
.
( de Nuevos poemas )