jueves, 29 de julio de 2010

Imagínate


Sólo son tres años de diferencia,
tres años en los que aún
tú no habías venido al mundo
y yo ya andaba por aquí.
A los catorce, que es la edad
del primer amor,
tú aún tenías sólo once.
Imposible. Aunque quién sabe,
el primer amor
siempre es muy complicado.
A los diecisiete
ya nada se interponía
en nuestro camino,
y créeme, a esa edad
te necesitaba tanto…
A los veintiuno tampoco
había señales de ti.
Ya había perdido todas mis inseguridades
y hubo por aquellos años
varios encuentros felices,
pero todos ellos equivocados.
Cuántos “lo siento”
he tenido que decir.
Si al menos hubieses llegado
antes de los veintiséis
no habría vivido nunca
el trauma del divorcio.
Y aún faltaban más desencuentros:
a los treinta y cuatro,
a los treinta y seis,
a los treinta y….
Mejor no seguir.
¿Por qué remoloneaste tanto?
Mi vida hubiera sido tan diferente
si hubieses aparecido antes…

lunes, 26 de julio de 2010

Paraíso

Amor mío, no lo dudes,
hay un mundo donde existe el amor,
un mundo donde reina la felicidad
y se vive siempre al borde de la risa,
y todo lo que ven los ojos produce gozo,
el cielo siempre es azul
y la tierra siempre está cubierta de verdor.

Amor mío, escapemos de este mundo
donde no podemos amarnos.
Vamos, mi vida,
dame la mano
y vámonos al paraíso.
.
(De Nuevos poemas)

jueves, 22 de julio de 2010

Excursión


Cuatro días de excursión en bicicleta. Una pequeña aventura para ambos. Estabas un poco asustada porque no te sentías muy en forma. En el programa decía que el tercer día era la etapa más dura, con subidas de mil metros de desnivel. El primer día, casi todo descensos por caminos y pistas de tierra. En el segundo, muchos kilómetros pero poco desnivel. El último, desnivel muy duro pero corto.
Sin embargo, el primer día no fue todo descenso. También hubo ascensiones duras y los caminos estaban llenos de barro. Al menos no hacía mucho frío, a pesar de que los picos de Europa aún continuaban nevados.
El segundo día pedaleamos y pedaleamos durante horas y horas. La ruta era junto al mar, pero subíamos y bajábamos sin parar. Lo más hermoso, atravesar aquellas playas pedaleando sobre la arena. Al final del día se puso a llover a cántaros y terminamos empapados.
Si estas eran las rutas fáciles, pensamos, ¿cómo sería la difícil? Así que aprovechamos el tercer día para descansar, paseando solos por el pueblo, comiendo bien y comprando quesos. Me gustó disfrutar contigo de un día tranquilo.
Último día. Tal y como estaba anunciado, ruta dura pero corta. Atravesamos aldeas perdidas en las montañas.
Y después de esta pequeña aventura, sentir que la vida es fácil a tu lado. La dicha fluyendo entre nuestros cuerpos. Querer compartir contigo otros momentos de belleza. También, por qué no, de sufrimiento. A tu lado será como ir subiendo por un sendero muy empinado, pero sabiendo que al final llegaremos a lo alto de la montaña y podremos contemplar juntos la belleza del valle.
En todo caso, compartir sencillamente cualquier escenario.


martes, 20 de julio de 2010

Madrugada


Me despierto.
Son las cuatro de la madrugada.
A esta hora, mi mente
decide ponerse a funcionar.
Intento reconciliar el sueño,
pero últimamente
las reconciliaciones
no se me dan muy bien.
Me levanto
y miro por la ventana.
Está lloviendo
y me desilusiona no encontrar
la luna de las cuatro de la madrugada.
Recuerdo a mi padre
y me siento triste
pensando en su muerte.
Fue hace muchos años
pero me siento inmensamente triste
como si hubiese muerto
esta madrugada.
Qué enloquecedoramente triste
fue verlo morir.
Dame la mano, me decía,
ayúdame, Juan Carlos,
ayúdame a levantarme.
Papaíto,
no puedes levantarte,
has sufrido un derrame cerebral.
Pero él sólo repetía
una y otra vez,
ayúdame, Juan Carlos,
¡ayúdame!
tengo que levantarme.
Y yo no podía ayudarlo.
No podía,
no podía,
no podía…
Murió esa madrugada,
sin poder decirme adiós,
o sé feliz,
o yo también te quiero.

lunes, 19 de julio de 2010

Malas notas


Cociente intelectual: 128.
Inteligencia general: muy elevada.
La capacidad del alumno se halla
a la altura de los mejores.
Eso decía el informe
del gabinete sicotécnico del colegio
que mi madre blandía
ante los profesores
cuando yo sacaba malas notas.

No, si tonto no es,
pero es un vago.
Podría hacer mucho más
si quisiera.

Se empeñaban en que era listo,
demasiado listo,
pero yo me sentía un idiota.
Me sentaba al final de la clase,
solo,
me distraía con cualquier cosa
y no me interesaba nada
de lo que pasaba allí.

Al final del curso
sacaba malas notas.
Siempre igual.
Lo peor era
cuando las comparaban
con las notas brillantes
de mi hermano.

viernes, 16 de julio de 2010

Entrevista


Juan Carlos Ortega, licenciado en filología hispánica y profesor de literatura, es el autor de Regreso, una obra que toca temas universales de la poesía: el dolor, la felicidad, el paso del tiempo, la muerte, el amor.

P.- Podemos decir que Regreso es un poemario autobiográfico, ¿Es la poesía un arte que requiere de la experiencia y vivencias del autor?
R.- En la poesía de las últimas décadas del siglo XX y en la actual se aprecian dos tendencias dominantes: por un lado la llamada poesía “de la experiencia”, de tono intimista, y de estética realista, con claras influencias de la poesía social de la posguerra, y que desarrolla sus temas partiendo de las vivencias reales del poeta. Por otro lado, la llamada poesía “neo-postnovísima”, más hermética y experimiental que se preocupa mucho por los recursos técnicos y por temas culturales y filosóficos, y que tiene influencia del modernismo, de las vanguardias y de la poesía pura juanramoniana.
Ambas son perfectamente respetables, y desde ambas corrientes se puede hacer una excelente poesía. Pero yo pertenezco muy claramente a la primera, a la poesía “de la experiencia” y es en ella en donde me siento cómodo. Necesito partir de mis vivencias para que aparezca el impulso poético, la necesidad de escribir.
Cuando sufro o cuando disfruto del placer de vivir, surge casi espontáneamente el deseo de plasmarlo con palabras. Y elijo para ello un estilo antirretórico, un tono conversacional que no está reñido en absoluto con los temas trascendentales o las reflexiones profundas. Esto no significa tampoco, que no cuide mi estilo o que no elija bien las palabras. Generalmente, después de escribir un poema, dejo pasar unas horas o unos días, para después revisarlo y pulirlo. Y el proceso se puede repetir varias veces, hasta que sienta que está definitivamente acabado. En este sentido, el tono conversacional, puede considerarse también un artificio.
Jaime Gil de Biedma, figura fundamental de la poesía de los 50, que es también un poeta que podríamos calificar “de la experiencia”, y que utilizaba un tono, a menudo, conversacional, cuidaba exhaustivamente el estilo de sus poemas, y él mismo se consideraba un poeta de creación lenta. Era, desde luego, un poeta tremendamente culto, pero no utilizaba el “culturalismo” en sus poemas.
P.- Tu poesía es muy directa y con pocas metáforas pero muy cargada de sentimientos, quizás para que sea mucho más clara y fácil de leer. ¿Es necesario esto para acercar la poesía al público que aún no lee poesía?
R.- Se suele tener la idea de que la poesía es un género intelectual y de minorías. Pero no debemos olvidar que la poesía es también un género tradicional y que las primeras manifestaciones literarias de nuestra cultura son líricas. El pueblo, la gente sencilla, necesita expresar sus emociones: la felicidad que produce el amor, la tristeza por la ausencia del ser amado, el disfrute de la naturaleza, el miedo a la muerte… Esos temas universales que seguimos tratando los poetas porque seguimos sintiendo la misma necesidad de expresar nuestras emociones.
La poesía no tiene que estar cargada siempre de emociones y sentimientos, pero lo cierto es que a la gente le gusta sentirse emocionado, vibrar por dentro, y la poesía que consigue esto alcanza a la mayoría.
P.- En tu poemario, miras hacia el pasado, especialmente a los momentos difíciles de tu vida, como la adolescencia. ¿En que medida afecta esta mirada retrospectiva a tu presente?
R.- Los seres humanos somos gregarios por naturaleza. Vivimos en sociedad y vivimos en familia. Formamos, por tanto, parte del destino de muchas personas con las cuales estamos de alguna manera directamente relacionados. Particularmente formamos parte de un sistema familiar, del que heredamos los genes, pero también heredamos el inconsciente colectivo de nuestra familia, que tiene la capacidad de ser transmitido de generación en generación. Los conflictos entre los padres, las separaciones traumáticas, la pérdida de seres queridos, etc quedan grabados en ese inconsciente colectivo familiar. Cuando esas situaciones no se han resuelto, reaparecen de alguna manera en generaciones posteriores.
El origen directo de mi poemario fue la crisis adolescente de mi hijo mayor, que produjo una auténtica conmoción familiar. Esto me hizo revivir inmediatamente mi propia crisis adolescente. Mirar al pasado para tratar de comprender mejor el presente. De ahí el título del poemario: Regreso. Pero no sólo hice el esfuerzo de comprender lo que pasó, sino que, al mismo tiempo, intenté ponerme en paz con aquello que produjo dolor para que pudiera fluir y no siguiera afectando y reproduciéndose en mis hijos y quizá en los hijos de mis hijos. Así pues, la poesía, involuntariamente, me ha ayudado a poner en orden mi vida y a reconciliarme con mi pasado.
P.- Fijarse en lo cotidiano, lo pequeño, las pequeñas anécdotas que sirven de reflexión en la vida es lo que encontramos en Regreso. ¿Es la poesía una forma diferente de ver el mundo que nos rodea?
R.- Hay una sensibilidad especial para entender y disfrutar de la poesía y del arte en general. Pero también hay una sensibilidad especial para la vida. Esta sensibilidad no solamente se tiene, también se cultiva y se desarrolla. El placer estético que produce contemplar la naturaleza o el disfrute de las pequeñas vivencias cotidianas, por ejemplo, se valora más cuanto mayor es la sensibilidad, pero también la experiencia y la madurez nos hacen apreciarlo más y mejor.
P.- La poesía quizás sea una de las grandes olvidadas por la historia de la literatura, apenas encontramos libros específicos de historia de la poesía, sin embargo cuando queremos conocer el arraigo de un pueblo a su cultura siempre nos fijamos en su poesía. ¿Se le debería dar más importancia a la poesía dentro de los estudios de literatura?
R.- Hace un par de años, un grupo de alumnos muy especial, que tenía una gran sensibilidad, además de ser un excelente grupo de personas, me pidió que les leyera más poesía en clase. Gracias a esta buena predisposición suya, se nos ocurrió que podíamos empezar todas las clases leyendo unos minutos de poesía, al margen del temario oficial de la asignatura. Esta experiencia fue increíblemente provechosa y gratificante, hasta el punto de que decidí ampliarla a todos los grupos y hoy en día empiezo siempre cada clase leyendo algunos poemas. Obviamente, escojo poetas y poemas de la literatura universal que puedan llegar más fácilmente a chicos de entre 14 y 17 años, que son las edades de los alumnos con los que trabajo. Pero he comprobado que les gusta mucho empezar de esta manera, que después se centran mejor, y que terminan apreciando más la poesía.
Aunque es una experiencia muy personal, animo a otros profesores y, por qué no, a los pedagogos, a darle más tiempo a la poesía en las clases y en los planes de estudio.
P.- Siempre preguntamos a los autores cuáles son sus poetas favoritos y los que más les han influido en su obra.
R.- El primer poeta con el que siento que estoy en deuda es el ya citado Jaime Gil de Biedma. Lo leía mucho mientras escribía Regreso y, de hecho, uno de los poemas del libro está dedicado a él. Se titula “Afinidad”, porque es ese el sentimiento que me despertaba. Sentí que estaba unido a él por una extraña afinidad. En cualquier caso, lo considero un maestro, y me siento emocional y estéticamente unido a él.
También estoy en deuda con los norteamericanos Raymond Carver y Charles Bukowski, con el peruano José Watanabe y el venezolano Eugenio Montejo. A todos ellos los leí mientras estaba escribiendo mi poemario y todos ellos han dejado una huella palpable.
Desde luego, hay muchos otros poetas a los que admiro y que me han influido, pero los citados son los que han estado más presentes mientras creaba Regreso.

Entrevista realizada por Javier Pérez Ayala para la revista "Poesía eres tú"

jueves, 15 de julio de 2010

El azar


Se suspendió el congreso.
Pero nosotros no lo supimos
hasta que no llegamos
a la Universidad de Badajoz.
De haberlo sabido a tiempo
nunca hubiéramos ido.
¿Qué se nos había perdido
a nosotros en esa ciudad?
Entonces,
no habríamos disfrutado
del paseo por la muralla
ni de los jardines de la Alcazaba,
ni del jamón con salmorejo
en las tabernas del casco antiguo,
ni del vinillo de Castelar
que huele a pasas y a especias,
ni habríamos descubierto
aquellos deliciosos baños árabes
donde tú y yo,
a solas,
a la luz de las velas,
entre arcos y celosías,
sumergidos en agua tibia
y envueltos en una música oriental,
nos besamos y nos amamos…
Menos mal que el azar
se empeñó, una vez más,
en hacernos felices.

martes, 13 de julio de 2010

Regalo


Cuando la muerte venga a buscarme
quiero mirarla a la cara
y decirle manrriqueñamente
no perdamos tiempo ya.
Aunque al otro lado
no me espere nadie ni nada
la vida ya fue
suficientemente generosa.
He contemplado hermosas puestas de sol,
he caminado descalzo en la arena de la playa,
disfruté de la sombra de los árboles,
sentí la alegría de subir a la montaña…
La vida me ha hecho esos
y muchos otros regalos.
El mejor de todos fue sentir el amor
y la ternura que surge de él.
Me considero un hombre afortunado.
Me ha gustado mucho estar aquí.
Cuando la muerte venga a buscarme
ojalá me encuentre tumbado al aire libre
bajo las estrellas.
Aunque no importa si la vida
no me concede ese último regalo.

lunes, 12 de julio de 2010

Karma


Nunca había ido a un entierro,
ni a un funeral,
ni a un tanatorio.
Cuando murió la madre de algún amigo
yo no estuve allí,
acompañándolo en el dolor.
Murió mi prima hermana de cáncer
y yo ni aparecí.
Eso también les dolió mucho a mis tíos.
Murió mi abuela,
la madre de mi madre,
y yo continué mis vacaciones en Portugal
como si no hubiese pasado nada.
Hubo otras muertes,
pero siempre encontré excusas para no acudir.

Un día, mi padre, repentinamente,
sufrió un derrame cerebral.
Me avisaron al trabajo
y fui al hospital rogando
para que no fuera nada grave.
Pero estaba muy mal.
Se estaba muriendo
y yo no sabía qué hacer.
Cuando quise darme cuenta
ya estaba en coma
y no había tenido tiempo
de decirle cuánto lo quería
o lo importante que había sido para mí.

Lo del tanatorio fue horrible.
Vino un cura a decir un responso.
Mi padre no era católico
y yo no fui capaz de decirle que se marchara
que dejara al muerto descansar en paz.
Aún me siento muy culpable.
Después, el cementerio
y dejarlo allí para siempre.
Sólo entonces comprendí
lo importante que es saber enfrentarse
con dignidad a la muerte.
Aunque sea la muerte de los demás.

viernes, 9 de julio de 2010

Tristeza


De vez en cuando
la tristeza
llama a la puerta.
Está bien,
pasa,
y quédate
todo el tiempo que quieras.
No te lo tomes
como una provocación
pero tanta felicidad
empezaba a parecerme
aburrida.

Así que
me he puesto a fastidiar
un poco,
a darle demasiado tiempo
a mis obsesiones
y demasiado poco
a mi chica,
hasta que ella
se ha sentido
incapaz
de competir
con todas esas ocupaciones
tan absorbentes
y se ha enfadado.
Entonces la tristeza
ha llamado a la puerta
y la hemos dejado entrar.

Ahora está aquí,
entre nosotros,
como un gato
cariñoso,
dejándose acariciar,
sin prisa.

miércoles, 7 de julio de 2010

Cuentas pendientes


Después de mi ruptura matrimonial
tuve varias novias.
Todas ellas me quisieron,
y yo también las quise.
Pero tarde o temprano
las terminé abandonando,
y todas se sintieron defraudadas,
injustamente tratadas
y heridas.
Salía de sus vidas,
porque no me sentía feliz,
como tampoco lo fueron mis padres.
Pero ellos aguantaron,
y yo no quería ser igual.
Quizá quisiera demostrar
que podía hacerlo mejor
y sólo conseguía
serles fiel en la infelicidad.

Sólo una vez
alguien me pidió que lo dejáramos.
Aquella preciosa muchacha
de veinte años
a la que yo doblaba la edad.
Pero aquel flechazo
sólo duró tres meses
y aunque fue hermoso y romántico,
los dos sabíamos que no iba a durar
y que cualquier día
uno de los dos se marcharía
y el otro no pediría explicaciones.
Hasta casi me alegré
de que se decidiera ella,
a pesar de que yo hubiera preferido
disfrutar un poco más
de aquel amor.
Así que, realmente,
no me sentí defraudado
ni injustamente tratado
ni herido.

Las cuentas siguen pendientes
y no sé cómo voy a pagar
tantas heridas,
tanto daño causado.
Ahora temo que la vida,
tarde o temprano,
termine ajustándome las cuentas.

lunes, 5 de julio de 2010

La ducha


Pongo el agua a la temperatura adecuada
y en la esponja
una buena cantidad de gel de baño
que a ella siempre le parece mucha.
Enjabono su espalda,
la froto vigorosamente.
Después se da la vuelta
y continúo más suavemente
enjabonando sus brazos y axilas,
su pecho, su vientre,
sus piernas,
hasta llegar, ya arrodillado
a sus pies.

Empezó siendo un ritual
de seducción.
Hoy me siento, al realizarlo,
simplemente
enamorado.

sábado, 3 de julio de 2010

El mundillo literario


Escribes.
Bien o mal,
pero escribes.
No lo haces por dinero.
Ni se te pasa por la cabeza
ganar dinero con lo que escribes.
Escribes porque lees,
porque has leído siempre,
desde que tienes uso de razón.
Y todo lo que has leído
denodadamente
ha sido un acicate para escribir.
Tú, como ellos,
también persigues la belleza,
la plenitud.
Escribes
venciendo el miedo
a no ser bueno.
Tú no puedes decírtelo a ti mismo.
La confianza en uno mismo
está bien,
es necesaria,
pero no suficiente.
En algún momento vas a necesitar
que alguien te juzgue.
Entonces vas a las editoriales.
Les llevas lo que has escrito.
Pero eres un don nadie.
Sería un milagro que se molestaran
en leerlo.
Lo intentas con los premios literarios.
Te presentas a varios.
Esperas con expectación
y, dependiendo de tu ingenuidad,
incluso con ilusión,
el fallo.
Pero finalmente
gana gente importante,
escritores consagrados,
con una vasta obra.
Desconfías.
Desconfías de la imparcialidad
del jurado
y, si no eres fuerte,
desconfías de ti mismo.
Te sientes un imbécil.

Después vuelves a leer
algo muy bueno.
Sientes la llamada.
Y escribes.

jueves, 1 de julio de 2010

Vida detenida


Detengo el tiempo.
También detengo el placer
y por último, intento detener
el pensamiento, quedar libre
de todo, mientras estoy dentro
de ti. Abandono el peso
de mi cuerpo que me sujeta
y escucho el silencio.
Me vacío, o me lleno
de irrealidad tal vez,
como si flotase en la total oscuridad.
No es ausencia de mí mismo,
ni olvido de la vida.
Más bien es armonía:
ser árbol en el bosque
o vida sin forma alguna,
piedra arrastrada por el agua río abajo
o paisaje inabarcable,
universo de infinitas estrellas.

Una gota de sudor resbalando
por mi rostro rompe la pausa.
Regresa el tiempo
y el placer, como una luz
a través de la grieta
por la que entro
dentro de ti.