
Visitamos en primer lugar el famoso Coliseo romano. Bastante bien conservado. Nos sentamos un buen rato en sus gradas, como antaño los espectadores de las luchas de gladiadores. Parece que en la actualidad se celebran aquí espectáculos menos sangrientos. Mejor exaltar el espíritu.
Bajamos al casco antiguo y encontramos el viejo foro. Está anocheciendo. Templo de Augusto. ¡Qué hermosura! El lugar es perfecto para sentarse en una terracita. Descubrimos que una de ellas pertenece a una enoteca. Nos vamos de cabeza.
Cata de vinos de Istria. Seis vinos diferentes, tres blancos y tres tintos. Nos orienta el camarero. Muy amable. Al final viene a charlar un rato sobre vinos. Nos pregunta cuál nos ha gustado más. De los blancos, el Malvazija Coronica, de sabor intenso y aterciopelado. De los tintos, el Teran Franc Armach, del 2006. Seis meses en barrica. Sabor a cuero, setas y tierra húmeda. Nos llevamos una botella de cada uno.
Salimos de la enoteca un pelin mareados (un pelín "kovac") Esta vez, yo, un pelín y Jezabel bastante kovac. Nos reímos muchísimo cada vez que se le traba la lengua.
Vuelta al hotel. Risas y más risas. Jezabel tiene unas equivocaciones graciosísimas. Insiste en subir al cuarto piso apretando el botón del cero en el ascensor. Nos partimos de risa.
Cae en la cama fulminada.
