sábado, 5 de marzo de 2011

El recital

Salgo con el disfraz de persona segura
que me puse hace muchos años
y que me sienta tan bien.
Creo que lo usé por primera vez
a los veintiún años.
Entones descubrí que llevándolo puesto
todos, y especialmente las mujeres,
me trataban mejor.
Nadie puede ver así
mi timidez.
Nadie se da cuenta
de que soy vulnerable.
El disfraz es tan bueno
que ni siquiera yo mismo
me doy cuenta de mis nervios,
de que tengo miedo.

Salgo al escenario
y recito con tranquilidad,
con naturalidad,
haciendo pausas
donde corresponden.
En ellas, puedo mirar al público
a los ojos, fijos en mí,
y notar su sorpresa
porque mis poemas
confesionales
parecen desnudarme ante ellos.
Ahí está toda la verdad sobre mí,
sin pudor.
Mi cuerpo desnudo
no miente.
Pero en mi fantasía,
yo me siento bien vestido,
seguro y querido.

6 comentarios:

  1. ¡Ah! ¡Cómo te entiendo! Por lo de desnudarse en un poema. No por recitar en público; eso sólo lo he hecho una vez.
    Me gusta este poema tan sincero, tan claro, tan desnudo.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Juan, desnudarse (desde adentro) no es sencillo. Pero quienes escribimos, coordinamos grupos, nos exponemos y te diría que mucho más de lo que pensamos. Me agradan estas confesiones. Te atreves y ello no hace más que darte una estatura de nobleza y entrega, digna de imitar. A la distancia, seguimos compartiendo actos, celebraciones y nuestra obra. Afectos.

    ResponderEliminar
  3. Dame por favor , la dirección de tu sastre , que necesito uno con urgencia.
    Muy buena publicación.
    Un fuerte abrazo, compañero

    ResponderEliminar
  4. Gracias a los tres por vuestros comentarios, amigos poetas.

    Un abrazo y una sonrisa.

    ResponderEliminar
  5. Querido Juan: tuve problemas con la compu y no quedó registrado mi último mensaje, en el que te agradecía tus comentarios, y este intercambio. La rutina crece y el blog es un oasis. Abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Cuánta gente se disfraza cada mañana antes de salir de casa...
    La vida está llena de enmascarados,tanto para bien cómo para mal.
    Ojalá todos tuvieran esa capacidad de desnudarse.¡Qué diferente sería todo si aprendiéramos a aceptarnos y a aceptar a los demás como son!

    ResponderEliminar