Coge algunos libros:
unos cuentos de Carver,
Chejov, Maupassant o Poe...
alguna novela de Murakami,
Almudena Grandes, Lorenzo Silva,
John Irving, Somerset Maugham...
y alguna obra de teatro de Miller,
Tennessee Williams,
Alonso de Santos, Lorca o,
porqué no, Shakespeare.
No olvides también algo de poesía:
Whitman, José Watanabe,
Ángel González, Gil de Biedma...
Busca una casa de campo con chimenea
y enciéndela con una buena provisión de leña.
Acompáñate de un gato de pelo sedoso
de los que se dejan acariciar durante horas
mientras ronronean.
Añade un sofá muy cómodo.
Ten a mano un buen vino,
que sea, por lo menos, reserva,
aunque lo mejor es un gran reserva.
Combínalo con algo de comer que te guste
y que no haya que cocinar previamente,
como un paté de foie
o un jamón ibérico pata negra.
Mézclalo todo con buena música.
Y sobre todo,
no olvides desconectar la televisión,
el ordenador, y muy especialmente
el teléfono móvil.
Relájate y....
¡¡¡disfruta de una feliz Navidad!!!
Has descrito el estado ideal, el Nirvana, la perfección, por lo tanto casi imposible de lograr. Pero si los poetas no creemos en los sueños, ¿quien lo hará?
ResponderEliminarAbrazo enorme desde este cálido tiempo de Adviento en Buenos Aires.
Adhiero a tu receta...a leer, a escuchar música, a brindar por la vida, por un renacer sensible...SALUD Y PAZ.
ResponderEliminarTodo, menos desconectarme. De la escritura, de la información, de ver, oir, leer a los amigos. Todo eso, además, lo hago cada vez que quiero en mi piso de un bloque de viviendas en una ciudad.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo, que encuentres ese apetecible estado y que pases una feliz Navidad...
Tienes razón, estaba un poco asocial cuando escribí esto.
ResponderEliminarGracias a los tres y....
¡feliz Navidad!
¿y sin compañía? :-(
ResponderEliminar¿Acaso prefieres pasarla en familia?, querida Chris.
ResponderEliminarA veces (sólo a veces) se está tan bien solito...