sábado, 20 de enero de 2018

Cynthia


Tú fuiste mi primera mujer
y serás siempre mi primer amor incurable,
paloma espontánea de concupiscencia.
Aún ando pidiéndote perdón
por haberme ido
y no es cuestión de culpa,
es la mismísima Poesía
volviendo a la repetición del desgarrón.
Seguro que ahora eres una madre hermosa.
Mi imaginación te cuelga la imagen de madre,
de matrona romana que cuida de su parentela
aunque eras casi una niña
al borde del sollozo
cuando te dejé.

Cynthia, así es como te llamaba,
mi bella Cynthia,
la que me hizo hombre.
Aún recuerdo el nombre de tu calle
y de la plaza, un poco más allá
donde quedábamos
y donde ya no nos vemos desde entonces.
Ahora estoy, como el viejo Propercio,
escarmentado
y cuido del amor,
no como antes.

Si algún día nos vemos de repente por azar
te hablaré sin hablar
y por lo menos
no intentaré reparar
lo irreparable.

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