El bebé se ha transformado.
Ya no solo observa
con la mirada fija
los misterios de la vida cotidiana.
Se ha hecho tan grande
que necesita jugar
y reírse a carcajadas,
parlotea sin saber lo que dice
y mueve las piernas
como si estuviera preparándose para andar.
Calcula la distancia
cada vez mejor
y agarra firmemente con las manos
lo que le interesa.
El bebé se ha transformado.
Como tiene que ser.
Y me hace tan feliz
verlo crecer
y descifrar los enigmas de la vida.
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