lunes, 8 de junio de 2015

Erase una vez


Erase una vez una verdad
a la que nunca se le había puesto ningún límite.
Hablaba en cualquier momento,
impulsivamente
con palabras resplandecientes,
y se sentía muy segura
gritando con omnipotencia al viento.
Un día pensó que sería agradable
tener un auténtico amigo de verdad,
de esos que lo aguantan todo,
poder abrazarlo,
estar siempre juntos
luchando contra todo,
en cualquier contexto,
sin cansarse,
y que, como ella,
no tuviera miedo de nada.

La verdad, diáfana,
se encontró de repente con el secreto
y mirándolo de cerca,
le animó a tener valor.
El secreto, confiando en la verdad,
pensó que podría salir a la luz
y ver lo que ocurría.
Había permanecido durante demasiado tiempo
en un lugar oscuro
y en realidad deseaba salir de frente
cogido del brazo de la verdad.

El secreto, atravesando el camino
del dolor, la vergüenza y la culpa,
se fue haciendo más y más pequeño,
como si encogiese,
hasta que finalmente desapareció
y la verdad se quedó sola de nuevo.
Por primera vez en su vida,
la verdad sintió lo que era la desconfianza.
Había entendido
que para que ella existiera
había otros que no podían existir.

2 comentarios:

  1. ¡Genial!
    Y esa verdad "...gritando con omnipotencia al viento..."
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Patricia. Un abrazo y una sonrisa.

    ResponderEliminar