sábado, 10 de septiembre de 2016

El caballo de madera


El caballo de madera
acabó abandonado en la calle.
Pensamos que se había perdido
o que estaba ahí por equivocación,
arrinconado junto al muro,
solo entre los transeúntes,
viejo y melancólico.
Así acababan sus arriesgadas hazañas
de amor incondicional a los niños,
rechazado sin culpa
considerado inutilizable
o pasado de moda.

Ahora, el caballo de madera
descansa en el cuarto del bebé,
listo para ser usado de nuevo.
Su erguido cuerpo
espera el estremecimiento
de las caderas del niño
gritando y galopando
de un lado para el otro
por los caminos de la felicidad.

Yo imagino
que el caballo de madera
fue el regalo que envió
desde el otro mundo
el abuelo del bebé.
A mi padre le gustaban los niños
y yo no creo en la casualidad.

2 comentarios:

  1. Cuánta energía creativa... TESTIMONIAS ACERCA DE LA FELICIDAD...Y ESO ES MUY BELLO. AFECTOS.

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  2. Muchas gracias, Gustavo. Tu afecto sí que es muy bello. Gracias por seguir leyéndome e interesándote por lo que escribo.
    Un fuerte abrazo.

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