Si te equivocas,
si no aciertas con el precio de las cosas
te sientes estafado.
Piensas que has pagado mucho
por lo que querías
y no te salen las cuentas.
Pero ya es tarde,
la vida no devuelve el cambio.
Pese a todo,
no conduce a nada
perder la paciencia
y llegar a los extremos.
Se corre el peligro
de tener que pagar también por ello.
Es mucho más prudente
y más sabio
pensar que otras veces la vida
también hace regalos.
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